Pobres diablos, hasta su amo los abandonó

Pobres diablos, hasta su amo los abandonó



*Por Hernán Mena Cifuentes / Opinión

En Guatemala, los golpistas venezolanos y sus secuaces internacionales, han sufrido un terrible golpe, el más demoledor de los últimos 11 años, pues si aquel 13-A fue a manos del pueblo y la fuerza armada leal, esta vez se los dio quien consideraban su mejor amigo, su protector y amo: EEUU.

El mazo utilizado fue una brillante jugada ejecutada por Venezuela en el tablero de la diplomacia, jaque mate que culminó en un evento que hasta ayer parecía imposible que diera, el que los cancilleres John Kerry, de EEUU, y Elías Jaua de Venezuela se sentaran a la mesa del diálogo, en un receso de la 43ª reunión Extraordinaria de la OEA, en La Antigua, Guatemala.

Los dos diplomáticos conversaron durante casi una hora a puerta cerradas y al final de la reunión, luego de estrecharse las manos, ofrecieron declaraciones a los corresponsales de los medios nacionales e internacionales que cubrían el importante foro.

Jaua, declaró haberle expresado a Kerry que el gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene “la mejor voluntad”, y haber hallado esa disposición n el secretario de Estado, pero advirtió que mejorar las relaciones depende de muchos factores.

Resolver las divergencia, pasa por respetar el modelo socialista de Venezuela y evitar que sean “avalados o estimulados” los grupos antidemocráticos que han emprendido una campaña de desestabilización de las instituciones venezolanas,” afirmó.

Kerry, por su parte dijo que “sentí que fue un encuentro muy, muy positivo. Acordamos que habrá un diálogo contínuo para intentar establecer una agenda e indicar a América Latina que EEUU y Venezuela están resolviendo sus diferendos”, expresó.

Una vez escuchadas las declaraciones de ambos, en el ambiente de la cita, prevalecía un clima de moderado optimismo entre los asistentes. No ocurría lo mismo en los pasillos y en las afueras del edificio sede; en Venezuela, y en EEUU, donde la jauría de apátridas venezolanos, manifestaban su enojo, ira, confusión, inconfundibles signos de su derrota.

Desde Miami, Diego Arría, un fósil insepulto, sobreviviente de la Cuarta República, entrevistado por NTN-24, de Colombia, sangraba mientras se lamía las heridas , refiriéndose a la reunión Kerry-Jaua, dijo:

“Sin la menor duda, lo que se ha hecho, es ponerle fin a la duda que mantenía EEUU, de reconocer o no, la legitimidad del régimen del señor Maduro. Sin la menor duda, -reiteró- le han dado un golpe terrible a Venezuela, -léase, al golpismo venezolano- y creo que eso tendrá consecuencias internas que realmente son muy lamentables.”

Pero, no se llamen a engaño quienes piensan que con ello, el Imperio ha abandonado su demencial afán de destruir la Revolución Bolivariana obra maestra del Comandante Chávez, pues la reconocen como responsable del cambio que hoy exhibe el mapa económico, político y social de la región, dejó de ser su “Patio trasero.”

Y es que, si bien es cierto que la inteligente y audaz jugada realizada por Jaua en Guatemala desmontó gran parte del andamiaje conspirativo que se ha levantando desde adentro y fuera de Venezuela, los golpistas, aunque golpeados, seguirán en su irracional empeño de entregarle la patria a su amo.

Deambulan por varios países de la Patria Grande, aullando como lobos su odio visceral contra el gobierno, con pasajes, hospedaje y comiendo en lujosos restaurantes, tratando de que les crean sus mentiras. Aseguran que en la Patria de Bolívar se violan los DDHH; que no existe libertad de prensa, que hay decenas presos políticos.

Quienes les escuchan saben que mienten descaradamente, que si existe un país en el mundo donde hay más libertades y respeto a esos derechos, es en Venezuela. Y como esas naciones hermanas ignoran sus calumnias y falacias, confiesan derrotadas que “América Latina les ha dado la espalda, que los ha traicionado.”

Y hoy no es solo La Patria Grande, sino su amo, el Imperio el que se está alejando de ese lastre, que tanto dinero le ha costado. Más de una década diseñando y financiando un golpe de Estado, un sabotaje petrolero, intentos de magnicidio, marchas, paros y guarimbas incendiarias, para nada, porque siempre han fracasado.

Y seguirán fracasando, ahora más que nunca, porque EEUU parece decidido a retirarles su apoyo, prefiere talvez actuar de otra manera, por su cuenta o a través de otras alianzas, menos con ellos que han demostrado ser unos grandes incapaces.

De allí que el gobierno, la Revolución Bolivariana, el pueblo debe mantenerse alerta, como se lo aconsejó siempre el Supremo Comandante. “No dormirse en los laureles de la victoria, sino estar firmes, de pie, despiertos,” para no ser sorprendidos por la traición y la venganza.

Porque EEUU es una fiera que desde hace más de un siglo anda suelta por todos los mares del mundo, especialmente por el Mar Caribe, y como dice la letra de la canción, El Tiburón, de Ruben Blades:

“Es el tiburón que va buscando/Es el tiburón que nunca duerme/ es el tiburón q ue va acechando/Es el tiburón de mala suerte/ Y se traga el sol el horizonte/ Y el nervioso mar se va calmando/Se oyen los arrullos de sirena/embobando al cielo con su canto./

Y como Ulises, que se hizo arramar al mástil de su nave para no dejarse seducir por el canto de las sirenas que querían que el navío se estrellera contra las rocas, Maduro, el hijo y digno sucesor de Chávez, deberá amarrarse a su legado, a su advertencia, para no caer en cualquier celada que pudiera tenderle el Imperio.

Porque, así como “EEUU no tiene amigos, solo intereses”, como expresó hace más de medio siglo John Foster Dulles, perverso e inmoral lema que aplicó al desechar “por ahora” a esa caterva de apátridas, sigue siendo el tiburón que nunca duerme y siempre está al acecho, a espera del primer descuido de la presa.

Que se desengañe, porque esa víctima jamás será la Revolución Bolivariana, porque Maduro, como heredero de Chávez, el pueblo y los soldados venezolanos que son hijos del mismo pueblo, están alertas, de pie, despiertos para impedir que los devore.

Como advierte al igual que Blades, Juan José Arévalo, en La Fábula del Tiburón y las Sardinas” en el que se recuerda cómo EEUU invadió, ocupó a muchos del Caribe y América Central para sojuzgar a sus pueblos y saquear sus recursos naturales, compulsivo accionar de un Imperio que vive del despojo y la guerra.


Hernán Mena Cifuentes





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Fuente: AVN