Yo perdí porque mi único candidato socialista era Elías Jaua
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Yo perdí porque mi único candidato socialista era Elías Jaua
Yo perdí porque mi único candidato socialista era Elías Jaua
*Opinión por Er Filósofo de La Pastora
Terminó la campaña de las Valquirias con la derrota aplastante de la oposición cisnero-dependiente. Esto es lo primero que debe entenderse si se quiere tomar lecciones de este evento político: La oposición pierde porque está predominada por el discurso de la extrema derecha anticomunista que se engaña y/o engaña creyendo que nos encontramos en las décadas de la Guerra Fría.
Leímos hace poco el informe anual de CADIVI, que reporta la entrega este año a los sectores institucionales de algo más de 29.000 millones de dólares a Bs. 4,30/$, ante lo cual hay que preguntar en qué cabeza cabe que esto sea un hecho susceptible de ocurrir en un régimen comunista o que tenga cabida siquiera en algún contexto teórico del comunismo o socialismo.
Pero esto a la extrema derecha le tiene sin cuidado; desde la primera campaña de Chávez en 1998 establecieron como válido el discurso anticomunista de la Guerra Fría frente a una realidad que puede ser llamada de cualquier manera menos un proceso comunista o socialista. Mientras el anticomunismo sea la premisa con la que respaldan sus campañas o propuestas alternativas, la oposición seguirá cayendo en el vacío.
Terminó la campaña con bastantes dudas, cuando no decepciones, de los sectores revolucionarios del país. De las 20 gobernaciones que el gobierno ganó, parece que son 11 los candidatos ex militares que acaso tienen un vínculo afectivo con el Presidente Chávez, pero no tienen trayectoria ni se ve que quieran tenerla, de carácter auténticamente socialista y menos comunista. Para esos ex militares socialismo es lo que el Presidente Chávez diga que es.
Hoy escuché el discurso del mayor general Jacinto Pérez Arcay en el Panteón Nacional en homenaje al Libertador, y aunque hasta me dormí en el último tramo de la larga perorata, no me quedó duda del carácter prácticamente fascista de su pensamiento, en una exposición llena de nociones sobre ese reducto casi postrero del idealismo filosófico que es la disciplina llamada “sicología social”.
El tomado como ilustre teórico en el mundo militar chavista, asesor directo y personal del Presidente, entre frases tales como “la nación es la personificación del Estado” o “quizá sea necesario reorientar desde el Estado la conducta del pueblo”, hizo llover desde elevados cielos teóricos un aguacero de nociones sobre la misión individualista en la tierra como predeterminación de la historia; una misión asignada desde el empíreo divino nada menos que por el hijo de Dios Padre, el Cristo Redentor.
Una hora o algo así habló el mayor general, y en su homilía no fue capaz de mencionar siquiera las condiciones materiales concretas que el hombre debe poseer como reivindicación concreta de su existencia.
No. Para el ilustre expositor la felicidad humana depende del cambio fundamental que debemos tener desde la materialidad corrupta del pueblo a la elevación divina del espíritu, a cuya tarea debe dedicarse el Estado con las herramientas de la Gestalt y la asunción de la sociedad como noción psico-fisiológica extrapolada al colectivo. Lo que pase en la sociedad no es otra cosa sino lo que pasa en cada cuerpo de los hombres que la componen.
Pero, aterrizando en mi planteamiento (me perdonarán la iluminación divina que me dejó el mayor general), digo que perdí porque si me hubiera tocado votar en buena parte de esas gobernaciones que ganó el gobierno, no hubiera podido hacer otra cosa que abstenerme (ya que no iba a votar por los candidatos de la MUD-FEDECAMARAS-GLOBOVISION). A título de ejemplo, me hubiera sido imposible votar en Guárico por Rodríguez Chacín sin recordar su participación en la masacre de “El Amparo”(*), y este caballero sacó más del 70% de los votos de esa entidad.
No hubiera tenido razones, pienso ahora, para votar por ninguno de los candidatos ex militares.
En Anzoátegui quizá hubiera podido votar por el negro Istúriz, aunque tenga sus pequeñas historias de haber metido la mano en la totuma en la Alcaldía de Caracas, y seguramente en el riquísimo Ministerio de Educación, de dónde a decir de un viejo amigo de la universidad, uno puede salir con los reales que uno quiera.
Pero sobre todo, quise ver de gobernador de Miranda a Elías Jaua, no solo como reacción a esa maniobra injusta de lanzarlo como cordero al matadero a competir con quien representa la cúpula de la oposición, sino porque a Elías puede admirársele esa capacidad de sobrevivir entre feroces lobos siendo alguien con escasa experiencia y recursos, haciendo méritos para altos cargos recién salido de los pequeños grupos juveniles rebeldes de la UCV, pero con una formación marxista original asumida desde actividades peligrosamente clandestinas para un adolescente casi, en tiempos cuando el resto de los candidatos del chavismo percibían cómodas dietas de un Estado contra el cuál Elías luchaba.
Algunos camaradas alegan cosas diferentes, lo sé. Pero hay que subir muchos niveles de interpretación para poder convencerse que los revolucionarios ganamos con estas selecciones de militares que deben su triunfo a la figura de Chávez.
Al grado que un sujeto de cuya inmoralidad política no puede dudarse, como Arias Cárdenas, se haya erigido gobernador en nombre de quien llamó “gallina” en el año 2.000 y “asesino” en el año 2.002. En estas condiciones un revolucionario no puede sentirse ganador, tan solo por cuestión de higiene.
Los camaradas preguntarán “¿Pero quién querías tú que ganara?”. Respondo que no pude haber querido que ganaran los candidatos de la derecha, eso no. Me vi, como gran parte del país, ante esos hechos cumplidos, donde no participé ni pude haber participado. Y el cuento se los echo para ver si les sirve de algo.
Como decía Lenin ironizando a quienes denostaban sus críticas: “Nuestras propuestas pueden ser muchas veces inútiles, pero alguna vez podrá encontrarse algo útil para el pueblo revolucionario”.
Yo perdí. Mi único candidato fue Elías, y no estuve en condiciones de apoyar o asistir su campaña, aunque quizá esto fue mejor para evitarme los riesgos de nuevas decepciones. Uno siempre dice no creer en los políticos, pero es frecuente caer de nuevo en la tentación de apoyar alguno que termina decepcionando.
En Miranda en realidad hubo dos perdedores, el que ganó la gobernación y el que la perdió, por razones que son obvias. El diario El Universal de Caracas titulaba: “Oposición perdió en todo el país, pero Capriles ganó en Miranda”. La frase acomoda mejor al contrario: “Capriles ganó en Miranda pero la oposición perdió en todo el país”, retratando que la derrota nacional de la oposición es lo relevante.
Los resultados de Miranda deben ser objeto de análisis profundos. Tres municipios capitalinos heterogéneos determinaron los resultados por la concentración de clases medias rodeadas de ranchos, mientras que en las zonas industriales y campesinas donde se da una auténtica identidad como región, ganó Jaua. Si me preguntan, los votos de Jaua son más auténticos que los de Capriles, porque representan clases sociales definidas e identidad regional. Pero en fin, soy un perdedor más en estas elecciones.
Celebro, si, la derrota de la extrema derecha que rige a la oposición, que intentará justificarse nuevamente, hacerse los locos, reprimir y someter la opinión con tal de lanzar a Capriles nuevamente. Pero no celebro ningún triunfo; de hecho no sé ni quienes son algunos de esos que quedaron y estoy casi seguro que no sirven a una revolución ni para ir a comprar café.
Er Filósofo de La Pastora
Twitter @erfilosofo
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(*)El Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín junto con el comisario Henry López Sisco, entre otros, formaba parte en el año 1988 del Comando Específico José Antonio Páez (CEJAP), responsable del asesinato de 14 personas el 29.10.88 en hechos que fueron conocidos como “La masacre de El Amparo”, y de por lo menos el asesinato de 42 personas en operaciones previas, conocidas como “Los amparitos”.
Tres días antes de la Masacre de El Amparo, el 25 de octubre de 1988, un helicóptero del CEJAP se estrelló mientras realizaba labores de inteligencia. Entre los heridos figuraba el Jefe Nacional de Operaciones de la DISIP, comisario Henry López Sisco. En el resto de la tripulación se encontraba el Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín. El accidente los imposibilitó de estar presentes en el operativo denominado “Anguila III”, una operación ejecutada finalmente por 19 funcionarios del Ejército, la Disip y el Cuerpo Técnico de Policía Judicial. La presunta participación intelectual de Rodríguez Chacín en la matanza del Caño La Colorada ha quedado plasmada en el expedientes del caso, número 1644, folios 42, 43, 44 y 45, manejados en su momento por el Juzgado Militar de Primera Instancia Permanente del Táchira. Henry Salinas, inspector de la División de Inteligencia Militar (DIM), declaró ante la justicia militar “fui testigo de que el R2 y el R3 del CEJAP, Teniente Coronel Clavijo Forero y el Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín, nos convocaron días después a “Hipólito” –alias del inspector de la Disip Celso Rincón Fuentes- y a mí para hablar, una vez más, de preparar ese enfrentamiento”. El 20.06.94 una sentencia de la Corte Marcial que investigaba las actuaciones del CEJAP, presidida por el General Ubaldo López Barrios, dictó un auto de detención contra 11 funcionarios por su participación material en Los Amparitos, entre ellos el Capitán Rodríguez Chacín.
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17 Diciembre 2012 | Opinión por Er Filósofo de La Pastora
*Opinión por Er Filósofo de La Pastora
Terminó la campaña de las Valquirias con la derrota aplastante de la oposición cisnero-dependiente. Esto es lo primero que debe entenderse si se quiere tomar lecciones de este evento político: La oposición pierde porque está predominada por el discurso de la extrema derecha anticomunista que se engaña y/o engaña creyendo que nos encontramos en las décadas de la Guerra Fría.
Leímos hace poco el informe anual de CADIVI, que reporta la entrega este año a los sectores institucionales de algo más de 29.000 millones de dólares a Bs. 4,30/$, ante lo cual hay que preguntar en qué cabeza cabe que esto sea un hecho susceptible de ocurrir en un régimen comunista o que tenga cabida siquiera en algún contexto teórico del comunismo o socialismo.
Pero esto a la extrema derecha le tiene sin cuidado; desde la primera campaña de Chávez en 1998 establecieron como válido el discurso anticomunista de la Guerra Fría frente a una realidad que puede ser llamada de cualquier manera menos un proceso comunista o socialista. Mientras el anticomunismo sea la premisa con la que respaldan sus campañas o propuestas alternativas, la oposición seguirá cayendo en el vacío.
Terminó la campaña con bastantes dudas, cuando no decepciones, de los sectores revolucionarios del país. De las 20 gobernaciones que el gobierno ganó, parece que son 11 los candidatos ex militares que acaso tienen un vínculo afectivo con el Presidente Chávez, pero no tienen trayectoria ni se ve que quieran tenerla, de carácter auténticamente socialista y menos comunista. Para esos ex militares socialismo es lo que el Presidente Chávez diga que es.
Hoy escuché el discurso del mayor general Jacinto Pérez Arcay en el Panteón Nacional en homenaje al Libertador, y aunque hasta me dormí en el último tramo de la larga perorata, no me quedó duda del carácter prácticamente fascista de su pensamiento, en una exposición llena de nociones sobre ese reducto casi postrero del idealismo filosófico que es la disciplina llamada “sicología social”.
El tomado como ilustre teórico en el mundo militar chavista, asesor directo y personal del Presidente, entre frases tales como “la nación es la personificación del Estado” o “quizá sea necesario reorientar desde el Estado la conducta del pueblo”, hizo llover desde elevados cielos teóricos un aguacero de nociones sobre la misión individualista en la tierra como predeterminación de la historia; una misión asignada desde el empíreo divino nada menos que por el hijo de Dios Padre, el Cristo Redentor.
Una hora o algo así habló el mayor general, y en su homilía no fue capaz de mencionar siquiera las condiciones materiales concretas que el hombre debe poseer como reivindicación concreta de su existencia.
No. Para el ilustre expositor la felicidad humana depende del cambio fundamental que debemos tener desde la materialidad corrupta del pueblo a la elevación divina del espíritu, a cuya tarea debe dedicarse el Estado con las herramientas de la Gestalt y la asunción de la sociedad como noción psico-fisiológica extrapolada al colectivo. Lo que pase en la sociedad no es otra cosa sino lo que pasa en cada cuerpo de los hombres que la componen.
Pero, aterrizando en mi planteamiento (me perdonarán la iluminación divina que me dejó el mayor general), digo que perdí porque si me hubiera tocado votar en buena parte de esas gobernaciones que ganó el gobierno, no hubiera podido hacer otra cosa que abstenerme (ya que no iba a votar por los candidatos de la MUD-FEDECAMARAS-GLOBOVISION). A título de ejemplo, me hubiera sido imposible votar en Guárico por Rodríguez Chacín sin recordar su participación en la masacre de “El Amparo”(*), y este caballero sacó más del 70% de los votos de esa entidad.
No hubiera tenido razones, pienso ahora, para votar por ninguno de los candidatos ex militares.
En Anzoátegui quizá hubiera podido votar por el negro Istúriz, aunque tenga sus pequeñas historias de haber metido la mano en la totuma en la Alcaldía de Caracas, y seguramente en el riquísimo Ministerio de Educación, de dónde a decir de un viejo amigo de la universidad, uno puede salir con los reales que uno quiera.
Pero sobre todo, quise ver de gobernador de Miranda a Elías Jaua, no solo como reacción a esa maniobra injusta de lanzarlo como cordero al matadero a competir con quien representa la cúpula de la oposición, sino porque a Elías puede admirársele esa capacidad de sobrevivir entre feroces lobos siendo alguien con escasa experiencia y recursos, haciendo méritos para altos cargos recién salido de los pequeños grupos juveniles rebeldes de la UCV, pero con una formación marxista original asumida desde actividades peligrosamente clandestinas para un adolescente casi, en tiempos cuando el resto de los candidatos del chavismo percibían cómodas dietas de un Estado contra el cuál Elías luchaba.
Algunos camaradas alegan cosas diferentes, lo sé. Pero hay que subir muchos niveles de interpretación para poder convencerse que los revolucionarios ganamos con estas selecciones de militares que deben su triunfo a la figura de Chávez.
Al grado que un sujeto de cuya inmoralidad política no puede dudarse, como Arias Cárdenas, se haya erigido gobernador en nombre de quien llamó “gallina” en el año 2.000 y “asesino” en el año 2.002. En estas condiciones un revolucionario no puede sentirse ganador, tan solo por cuestión de higiene.
Los camaradas preguntarán “¿Pero quién querías tú que ganara?”. Respondo que no pude haber querido que ganaran los candidatos de la derecha, eso no. Me vi, como gran parte del país, ante esos hechos cumplidos, donde no participé ni pude haber participado. Y el cuento se los echo para ver si les sirve de algo.
Como decía Lenin ironizando a quienes denostaban sus críticas: “Nuestras propuestas pueden ser muchas veces inútiles, pero alguna vez podrá encontrarse algo útil para el pueblo revolucionario”.
Yo perdí. Mi único candidato fue Elías, y no estuve en condiciones de apoyar o asistir su campaña, aunque quizá esto fue mejor para evitarme los riesgos de nuevas decepciones. Uno siempre dice no creer en los políticos, pero es frecuente caer de nuevo en la tentación de apoyar alguno que termina decepcionando.
En Miranda en realidad hubo dos perdedores, el que ganó la gobernación y el que la perdió, por razones que son obvias. El diario El Universal de Caracas titulaba: “Oposición perdió en todo el país, pero Capriles ganó en Miranda”. La frase acomoda mejor al contrario: “Capriles ganó en Miranda pero la oposición perdió en todo el país”, retratando que la derrota nacional de la oposición es lo relevante.
Los resultados de Miranda deben ser objeto de análisis profundos. Tres municipios capitalinos heterogéneos determinaron los resultados por la concentración de clases medias rodeadas de ranchos, mientras que en las zonas industriales y campesinas donde se da una auténtica identidad como región, ganó Jaua. Si me preguntan, los votos de Jaua son más auténticos que los de Capriles, porque representan clases sociales definidas e identidad regional. Pero en fin, soy un perdedor más en estas elecciones.
Celebro, si, la derrota de la extrema derecha que rige a la oposición, que intentará justificarse nuevamente, hacerse los locos, reprimir y someter la opinión con tal de lanzar a Capriles nuevamente. Pero no celebro ningún triunfo; de hecho no sé ni quienes son algunos de esos que quedaron y estoy casi seguro que no sirven a una revolución ni para ir a comprar café.
Er Filósofo de La Pastora
Twitter @erfilosofo
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(*)El Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín junto con el comisario Henry López Sisco, entre otros, formaba parte en el año 1988 del Comando Específico José Antonio Páez (CEJAP), responsable del asesinato de 14 personas el 29.10.88 en hechos que fueron conocidos como “La masacre de El Amparo”, y de por lo menos el asesinato de 42 personas en operaciones previas, conocidas como “Los amparitos”.
Tres días antes de la Masacre de El Amparo, el 25 de octubre de 1988, un helicóptero del CEJAP se estrelló mientras realizaba labores de inteligencia. Entre los heridos figuraba el Jefe Nacional de Operaciones de la DISIP, comisario Henry López Sisco. En el resto de la tripulación se encontraba el Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín. El accidente los imposibilitó de estar presentes en el operativo denominado “Anguila III”, una operación ejecutada finalmente por 19 funcionarios del Ejército, la Disip y el Cuerpo Técnico de Policía Judicial. La presunta participación intelectual de Rodríguez Chacín en la matanza del Caño La Colorada ha quedado plasmada en el expedientes del caso, número 1644, folios 42, 43, 44 y 45, manejados en su momento por el Juzgado Militar de Primera Instancia Permanente del Táchira. Henry Salinas, inspector de la División de Inteligencia Militar (DIM), declaró ante la justicia militar “fui testigo de que el R2 y el R3 del CEJAP, Teniente Coronel Clavijo Forero y el Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín, nos convocaron días después a “Hipólito” –alias del inspector de la Disip Celso Rincón Fuentes- y a mí para hablar, una vez más, de preparar ese enfrentamiento”. El 20.06.94 una sentencia de la Corte Marcial que investigaba las actuaciones del CEJAP, presidida por el General Ubaldo López Barrios, dictó un auto de detención contra 11 funcionarios por su participación material en Los Amparitos, entre ellos el Capitán Rodríguez Chacín.
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