Esta nueva derrota a la burguesía no es política sino social
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Esta nueva derrota a la burguesía no es política sino social
Esta nueva derrota a la burguesía no es política sino social
Foto ©somoslanoticia.com
*Opinión por Er Filósofo de La Pastora
Una gran parte de quienes integran la oposición venezolana, principalmente los que provienen de sectores de la Burguesía, sus empleados y seguidores, así como la pequeña burguesía ideologizada por las fantasias del American Way of live, no ha comprendido ni comprenderá quizá nunca, que la derrota que Chávez les ha infringido, al menos en este momento sin contar los anteriores, y que les infringirá en los comicios de gobernadores, no es una derrota política sino social.
Habiamos estado acostumbrados a una controversia entre partidos políticos, en efecto diferentes en muchos aspectos, pero que poseían (o poseen) una convención fundamental tácita respecto al predominio de una clase social minoritaria sobre las mayorías trabajadoras. Los partidos -que una vez Rómulo Betancourt definió "del status"- se habian asumido finalmente, por encima de sus programas sociales originales (al menos en el caso de AD) como elementos en un juego de roles donde cada uno cumplía una tarea en el ejercicio de la dominación social aunque dentro de consabidos cambios en el predominio político alternativo.
Sin una previa tarea de ideologización, sino más bien con el manejo emocional y profundamente mediático que dió por resultado la elevación de un liderazgo relevante en la persona de Hugo Chávez, se fueron uniendo factores que convergieron en una extraordinaria identidad social de aquellas mayorías sociales. La ideologia por demás nunca ha sido un cuerpo de esquemas teóricos ni tampoco volitivos, sino que se adquiere muchas veces por simpatías o antipatías que se van formando inconscientemente.
Hugo Chávez logró unir a ese estado emocional popular que sabia poder alcanzar, a grupos capaces de producir una visión programática real que respondiera en diversos grados a las expectativas de esas mayorías.
El resultado no ha sido en mi concepto, el desarrollo de una revolución científica que digamos, y tampoco un reflejo fiel de las mejores teorías revolucionarias o teorías acerca de la nueva sociedad. Y ha presentado distorsiones grotescas en aspectos tan notorios como la corrupción administrativa.
Pero ha sido una revolución de la identidad de las mayorías completamente definida en cuanto a mayoría social. Lo que esta mayoría piensa no tiene un mero origen político, de las luchas por el poder del Estado, sino que se trata de una persuasión colectiva de que como mayoría social se asume capaz de derrotar a todo adversario socialmente definido, o en cortas palabras, derrotar la dominación social de la clase minoritaria de la Burguesía.
No quiere decir esto que la simple conciencia acerca de esa potencialidad de la clase mayoritaria se haya traducido o esté por traducirse en un triunfo absoluto, ni siquiera mediano, de la clase social mayoritaria sobre la minoritaria. Opera principalmente contra esa posibilidad el desarrollo de una nueva Burguesía interna en el mismo proceso, que en su trayectoria no puede menos que levantar a sectores de la vieja Burguesía. Pero eso está por verse y depende también de lo que hagan los sectores revolucionarios.
Pero el triunfo como tal en estos eventos electorales puntuales no tiene, por ello mismo, un carácter político sino social. El aspecto político, vale decir, la conquista de posiciones en el Estado, no es sino la consecuencia del triunfo histórico relativo como clase social mayoritaria y no su causa. No entenderlo es el error de quienes han seguido pensando que este proceso es similar o puede ser asimilado a la trayectoria democrático formal del pasado reciente.
Algunos no lo entenderán. Pero muchos lectores si lo harán, lo procesarán y caerán en cuenta de lo esencial del momento político e incluso podrían asumir posiciones políticas mas cercanas a las expectativas de las mayorías, corregir la inconsecuencia con sus orígenes programáticos e ideológicos, y hasta volver a un camino de compromiso social que dejaron tirados en el camino. Quien sabe.
Por ello, al comprenderse las causas de la derrota, pueden tener la seguridad de que en los comicios para gobernadores, quedará manifestado ese fenómeno, que no es propiamente voluntario sino histórico.
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Fuente: Foros NoticieroDigital.com
16 Diciembre 2012 | Opinión Er Filósofo de La Pastora
Foto ©somoslanoticia.com
*Opinión por Er Filósofo de La Pastora
Una gran parte de quienes integran la oposición venezolana, principalmente los que provienen de sectores de la Burguesía, sus empleados y seguidores, así como la pequeña burguesía ideologizada por las fantasias del American Way of live, no ha comprendido ni comprenderá quizá nunca, que la derrota que Chávez les ha infringido, al menos en este momento sin contar los anteriores, y que les infringirá en los comicios de gobernadores, no es una derrota política sino social.
Habiamos estado acostumbrados a una controversia entre partidos políticos, en efecto diferentes en muchos aspectos, pero que poseían (o poseen) una convención fundamental tácita respecto al predominio de una clase social minoritaria sobre las mayorías trabajadoras. Los partidos -que una vez Rómulo Betancourt definió "del status"- se habian asumido finalmente, por encima de sus programas sociales originales (al menos en el caso de AD) como elementos en un juego de roles donde cada uno cumplía una tarea en el ejercicio de la dominación social aunque dentro de consabidos cambios en el predominio político alternativo.
Sin una previa tarea de ideologización, sino más bien con el manejo emocional y profundamente mediático que dió por resultado la elevación de un liderazgo relevante en la persona de Hugo Chávez, se fueron uniendo factores que convergieron en una extraordinaria identidad social de aquellas mayorías sociales. La ideologia por demás nunca ha sido un cuerpo de esquemas teóricos ni tampoco volitivos, sino que se adquiere muchas veces por simpatías o antipatías que se van formando inconscientemente.
Hugo Chávez logró unir a ese estado emocional popular que sabia poder alcanzar, a grupos capaces de producir una visión programática real que respondiera en diversos grados a las expectativas de esas mayorías.
El resultado no ha sido en mi concepto, el desarrollo de una revolución científica que digamos, y tampoco un reflejo fiel de las mejores teorías revolucionarias o teorías acerca de la nueva sociedad. Y ha presentado distorsiones grotescas en aspectos tan notorios como la corrupción administrativa.
Pero ha sido una revolución de la identidad de las mayorías completamente definida en cuanto a mayoría social. Lo que esta mayoría piensa no tiene un mero origen político, de las luchas por el poder del Estado, sino que se trata de una persuasión colectiva de que como mayoría social se asume capaz de derrotar a todo adversario socialmente definido, o en cortas palabras, derrotar la dominación social de la clase minoritaria de la Burguesía.
No quiere decir esto que la simple conciencia acerca de esa potencialidad de la clase mayoritaria se haya traducido o esté por traducirse en un triunfo absoluto, ni siquiera mediano, de la clase social mayoritaria sobre la minoritaria. Opera principalmente contra esa posibilidad el desarrollo de una nueva Burguesía interna en el mismo proceso, que en su trayectoria no puede menos que levantar a sectores de la vieja Burguesía. Pero eso está por verse y depende también de lo que hagan los sectores revolucionarios.
Pero el triunfo como tal en estos eventos electorales puntuales no tiene, por ello mismo, un carácter político sino social. El aspecto político, vale decir, la conquista de posiciones en el Estado, no es sino la consecuencia del triunfo histórico relativo como clase social mayoritaria y no su causa. No entenderlo es el error de quienes han seguido pensando que este proceso es similar o puede ser asimilado a la trayectoria democrático formal del pasado reciente.
Algunos no lo entenderán. Pero muchos lectores si lo harán, lo procesarán y caerán en cuenta de lo esencial del momento político e incluso podrían asumir posiciones políticas mas cercanas a las expectativas de las mayorías, corregir la inconsecuencia con sus orígenes programáticos e ideológicos, y hasta volver a un camino de compromiso social que dejaron tirados en el camino. Quien sabe.
Por ello, al comprenderse las causas de la derrota, pueden tener la seguridad de que en los comicios para gobernadores, quedará manifestado ese fenómeno, que no es propiamente voluntario sino histórico.
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Fuente: Foros NoticieroDigital.com
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