El macabro y cínico comportamiento del autor del homicidio de dos adolescentes en Táchira: asistió a velorio, entierro y rezos
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El macabro y cínico comportamiento del autor del homicidio de dos adolescentes en Táchira: asistió a velorio, entierro y rezos
El macabro y cínico comportamiento del autor del homicidio de dos adolescentes en Táchira: asistió a velorio, entierro y rezos
16.05.2021
Redpres |.- El cinismo de JJ Rengifo López, sujeto detenido como presunto autor de la muerte de dos adolescentes ocurrida el 26 de abril en la zona de La Azulita, Recta de Ayarí, municipio del obispo Alejandro Fernández Feo, quedó al descubierto por su conducta, quien para evitar ser considerado sospechoso, colaboró y al mismo tiempo intentó ayudar en las acciones de las autoridades investigadoras, las cuales fueron magistralmente llevadas a cabo por detectives del Eje Anti-Homicidios del CICPC Táchira, que 17 días después logró dilucidar el caso cuya investigación parecía complicada de entrada.
El 26 de abril ocurrió un hecho que consternó a las comunidades de la zona sur del estado de Táchira y movilizó a las autoridades policiales, luego de ser advertidas que dos cuerpos habían sido encontrados en la vía pública, frente a una bodega ubicada en la zona de Los Cruceros. Se trataba de los cuerpos de dos adolescentes, con heridas de arma blanca. Ambos eran habitantes del lugar y cursaban quinto año de bachillerato en el colegio Ayarí, según informa y detalla el diario 'La Nación' de Táchira.
Las autoridades identificaron a los fallecidos como Karla Luzbey Sánchez R., una estudiante de 16 años, y su amigo y compañero de clase, Ender Alexánder Castillo Prieto, de 15. Ambos tenían múltiples puñaladas. La adolescente sufrió tres heridas, mientras que en el cuerpo del joven se encontraron 34 heridas por cuchillo, lo que muestra el ensañamiento de la agresión.
Cuando los detectives de Eje Anti-Homicidios llegaron al lugar, se encontraron con una situación de gran consternación entre los familiares de los jóvenes.
La madre de la menor dijo que cuando llegaba a su casa vio un cuerpo en el piso y a un hombre que corrió hacia una zona boscosa entre matorrales, y que cuando avanzó unos metros se dio cuenta de que era su hija. Un poco más adelante estaba el cuerpo de Castillo Prieto.
La mujer empezó a gritar pidiendo auxilio y entre los primeros en acudir en su auxilio se encontraba su vecino, Juan Rengifo, quien, entre exclamaciones, se posó sobre el cuerpo de la joven, al que aplicó maniobras de reanimación, sin éxito. Juan dijo que no había logrado resucitar a la niña a pesar de sus esfuerzos, y luego comenzó a consolar a los miembros de las familias afectadas.
Cuando los detectives del Cicpc estuvieron presentes, el hombre fue el primero en recibirlos y les explicó algunos detalles que había escuchado sobre el crimen. Se puso a disposición para ayudar con las investigaciones. En un espíritu de colaboración, ayudó a los investigadores a trasladar los cuerpos a la camioneta CICPC.
Investigación complicada
Desde el principio, las investigaciones fueron complicadas. Primero, por la falta de pistas reales y detalles imprecisos proporcionados por los testigos. Solo había un hecho cierto, la versión de la madre de la joven, que había visto a un hombre correr y entrar en la zona de vegetación, pero no había más detalles, ni el más mínimo rasgo.
Por la gravedad del hecho y la consternación que provocó, el mismo director del CICPC en el estado Táchira, el comisionado Wílmer Uribe Guerrero, encabezó las investigaciones, junto con el comisionado Carlos Rodríguez, el supervisor de la delegación y los inspectores Danny Abreu y Freddy Ramírez, jefes del eje anti-homicidios. Se agregaron veinte funcionarios al equipo que se dirigió al sitio para hacer su trabajo.
Ante la inconsistencia de los testimonios aportados por los testigos, volvieron a conversar con ellos y admitieron que en realidad no sabían, que no habían visto nada y que solo contaban lo que habían escuchado en la calle. Paulatinamente, los testimonios se fueron dejando de lado, hasta que solo quedó la versión de la madre de la adolescente, que vio a un hombre correr.
Los detectives fueron al sitio designado y, a través de la maleza, encontraron rastros que no habían visto antes. Estos pasaban por un camino, alrededor de una vivienda y conducían a una casa vecina.
Esta casa era la residencia de Juan Rengifo, el vecino colaborador, quien, cuando llegó la policía, fue el primero en aparecer para cooperar con las comisiones.
Desde esta casa se llega a la residencia de la joven y a la bodega “Los Cruceros”, cerca de donde ocurrieron los hechos. A pesar de los esfuerzos de la policía, la investigación no avanzaba, parecía estar en un callejón sin salida y no había nada concreto. Varias personas fueron ubicadas y llevadas a la sede del CICPC para ser interrogadas, entre ellas un adolescente de la misma región y que recientemente había comenzado una relación sentimental con la joven. Todos ellos fueron descartados como sospechosos y el proceso de investigación cayó a cero.
Colaborador sospechoso
La excesiva colaboración de Juan Rengifo llamó la atención de los investigadores, quienes lo pusieron en la lista de sospechosos y comenzaron a investigarlo en silencio. Se enteraron de que hasta noviembre pasado trabajó como en un matadero de ganado en la zona sur del Estado de Táchira y que era dueño de una finca dedicada a la cría de cachamas, conocida como "La Carolina", que también colindaba con la casa de la joven asesinada. Era una persona en la que la familia Sánchez tenía plena confianza, ya que lo conocía desde hacía años.
El exceso de interés de Juan por cómo iban las investigaciones también despertó sospechas. La sonrisa en su rostro cuando los detectives le dijeron que no tenían nada y que estaban desorientados no pasó desapercibida.
El sujeto no sabía que su persona era objeto de una discreta investigación.
Los funcionarios supieron que Juan no solo trató de ayudar a las familias de las víctimas y colaboró con el levantamiento de los cadáveres, sino que también asistió al funeral, al entierro y a las oraciones del novenario. Estuvo muy atento a la reacción de la familia y al comportamiento de la policía, aunque no se cansaba nunca de hablar de su amistad y del gran cariño que sentía por la menor asesinada.
Discretamente, los detectives lograron descubrir que desde el mismo día del doble homicidio, el comportamiento de Juan sufrió un cambio drástico. El hombre tranquilo y bondadoso de repente se volvió inquietante y agresivo, lo que aumentó con el paso de los días. Se volvió agresivo con su esposa, a quien atacó varias veces, y ya no pudo dormir tranquilo. Por la noche se despertaba inquieto, sudoroso y muy nervioso.
Y fue arrestado
Luego que la atención de la policía se centra en él y, tratando de no despertar sospechas, abordan el tema de su comportamiento y este se limita a decir que el crimen lo había impactado mucho por la amistad que tenía con la joven. Una revisión del teléfono celular de la estudiante fallecida reveló que ella había iniciado un romance con un joven de la zona y había recibido mensajes de texto de la esposa de Juan, como amiga, pero luego de una mayor investigación, se estableció que algunos de los mensajes no eran escrito por la esposa, pero si por su marido.
Poco a poco, el círculo se cerró y se descubrió el interés del individuo por la joven, a quien en repetidas ocasiones le ofreció a entablar una relación sentimental, que siempre fue rechazada por la menor. Juan, atormentado por este amor no correspondido, se comporta de forma violenta y cuando se entera de que ella estaba saliendo con un chico de la localidad, se enfurece, hasta el punto de amenazarla.
El 26 de abril, cuando ocurrió la tragedia, la joven se encontraba sola, lo que aprovechó el vecino para acosarla con sus pretensiones románticas. Ella estaba afuera de su casa, esperando a su amigo Castillo Prieto, quien había acordado recogerla para ir a un curso de nivelación estudiantil. Cuando lo ve, comienza a gritar pidiendo ayuda, mientras Rengifo, reclamando su última relación de amor, intenta atacarla con un cuchillo. El joven rápidamente acude en su ayuda. Ambos fueron atacados con el arma blanca. Tras el brutal ataque, el sospechoso corre hacia la zona boscosa, donde algunas personas lo ven entrar pero sin lograr indentificarlo.
El hombre corrió por la casa vecina y llegó a su residencia, desde donde luego salió a la calle, fingiendo sorpresa y tratando de ayudar a la menor, que ya había fallecido. Con un panorama más claro, los detectives, encabezados por el comisionado Uribe Guerrero, proceden a aprehenderlo, pese a que había negado cualquier implicación en los hechos.
Juan José Rengifo López (33) fue privado de su libertad. Estaba marcado por los celos y el motivo era del crimen era pasional. Cuando fue presentado ante el tribunal admitió los hechos. Los funcionarios presentaron pruebas contundentes, incluidos dos cuchillos y la ropa ensangrentada de Rengifo. También el celular de la víctima con los mensajes que le escribió el sospechoso. La captura del hombre se produce en su casa en un momento en que se preparaba para abandonar el área, presuntamente con intenciones de huir, alegando que lo que sucedió lo afectó profundamente. Las investigaciones se realizaron en coordinación con el XVI Fiscalía del Ministerio Público.
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16.05.2021
Foto Prensa CICPC
El presunto autor del doble delito, identificado como JJ Rengifo López, de 33 años, se molestó porque su vecina de 16 años no respondió a sus reclamos de amor y cuando se enteró de que había establecido una relación con un joven de la región de La Azulita, se enfadó y, cegado por los celos, la atacó con un cuchillo. También se le acusa de haber matado a un estudiante de 15 años, amigo de la primera víctima, quien al acudir en su auxilio de su amiga fue apuñalado 34 veces
Redpres |.- El cinismo de JJ Rengifo López, sujeto detenido como presunto autor de la muerte de dos adolescentes ocurrida el 26 de abril en la zona de La Azulita, Recta de Ayarí, municipio del obispo Alejandro Fernández Feo, quedó al descubierto por su conducta, quien para evitar ser considerado sospechoso, colaboró y al mismo tiempo intentó ayudar en las acciones de las autoridades investigadoras, las cuales fueron magistralmente llevadas a cabo por detectives del Eje Anti-Homicidios del CICPC Táchira, que 17 días después logró dilucidar el caso cuya investigación parecía complicada de entrada.
El 26 de abril ocurrió un hecho que consternó a las comunidades de la zona sur del estado de Táchira y movilizó a las autoridades policiales, luego de ser advertidas que dos cuerpos habían sido encontrados en la vía pública, frente a una bodega ubicada en la zona de Los Cruceros. Se trataba de los cuerpos de dos adolescentes, con heridas de arma blanca. Ambos eran habitantes del lugar y cursaban quinto año de bachillerato en el colegio Ayarí, según informa y detalla el diario 'La Nación' de Táchira.
Las autoridades identificaron a los fallecidos como Karla Luzbey Sánchez R., una estudiante de 16 años, y su amigo y compañero de clase, Ender Alexánder Castillo Prieto, de 15. Ambos tenían múltiples puñaladas. La adolescente sufrió tres heridas, mientras que en el cuerpo del joven se encontraron 34 heridas por cuchillo, lo que muestra el ensañamiento de la agresión.
| Foto Agencias
Cuando los detectives de Eje Anti-Homicidios llegaron al lugar, se encontraron con una situación de gran consternación entre los familiares de los jóvenes.
La madre de la menor dijo que cuando llegaba a su casa vio un cuerpo en el piso y a un hombre que corrió hacia una zona boscosa entre matorrales, y que cuando avanzó unos metros se dio cuenta de que era su hija. Un poco más adelante estaba el cuerpo de Castillo Prieto.
La mujer empezó a gritar pidiendo auxilio y entre los primeros en acudir en su auxilio se encontraba su vecino, Juan Rengifo, quien, entre exclamaciones, se posó sobre el cuerpo de la joven, al que aplicó maniobras de reanimación, sin éxito. Juan dijo que no había logrado resucitar a la niña a pesar de sus esfuerzos, y luego comenzó a consolar a los miembros de las familias afectadas.
Cuando los detectives del Cicpc estuvieron presentes, el hombre fue el primero en recibirlos y les explicó algunos detalles que había escuchado sobre el crimen. Se puso a disposición para ayudar con las investigaciones. En un espíritu de colaboración, ayudó a los investigadores a trasladar los cuerpos a la camioneta CICPC.
Investigación complicada
Desde el principio, las investigaciones fueron complicadas. Primero, por la falta de pistas reales y detalles imprecisos proporcionados por los testigos. Solo había un hecho cierto, la versión de la madre de la joven, que había visto a un hombre correr y entrar en la zona de vegetación, pero no había más detalles, ni el más mínimo rasgo.
Por la gravedad del hecho y la consternación que provocó, el mismo director del CICPC en el estado Táchira, el comisionado Wílmer Uribe Guerrero, encabezó las investigaciones, junto con el comisionado Carlos Rodríguez, el supervisor de la delegación y los inspectores Danny Abreu y Freddy Ramírez, jefes del eje anti-homicidios. Se agregaron veinte funcionarios al equipo que se dirigió al sitio para hacer su trabajo.
Ante la inconsistencia de los testimonios aportados por los testigos, volvieron a conversar con ellos y admitieron que en realidad no sabían, que no habían visto nada y que solo contaban lo que habían escuchado en la calle. Paulatinamente, los testimonios se fueron dejando de lado, hasta que solo quedó la versión de la madre de la adolescente, que vio a un hombre correr.
Los detectives fueron al sitio designado y, a través de la maleza, encontraron rastros que no habían visto antes. Estos pasaban por un camino, alrededor de una vivienda y conducían a una casa vecina.
Esta casa era la residencia de Juan Rengifo, el vecino colaborador, quien, cuando llegó la policía, fue el primero en aparecer para cooperar con las comisiones.
| Foto Prensa CICPC
Desde esta casa se llega a la residencia de la joven y a la bodega “Los Cruceros”, cerca de donde ocurrieron los hechos. A pesar de los esfuerzos de la policía, la investigación no avanzaba, parecía estar en un callejón sin salida y no había nada concreto. Varias personas fueron ubicadas y llevadas a la sede del CICPC para ser interrogadas, entre ellas un adolescente de la misma región y que recientemente había comenzado una relación sentimental con la joven. Todos ellos fueron descartados como sospechosos y el proceso de investigación cayó a cero.
Colaborador sospechoso
La excesiva colaboración de Juan Rengifo llamó la atención de los investigadores, quienes lo pusieron en la lista de sospechosos y comenzaron a investigarlo en silencio. Se enteraron de que hasta noviembre pasado trabajó como en un matadero de ganado en la zona sur del Estado de Táchira y que era dueño de una finca dedicada a la cría de cachamas, conocida como "La Carolina", que también colindaba con la casa de la joven asesinada. Era una persona en la que la familia Sánchez tenía plena confianza, ya que lo conocía desde hacía años.
El exceso de interés de Juan por cómo iban las investigaciones también despertó sospechas. La sonrisa en su rostro cuando los detectives le dijeron que no tenían nada y que estaban desorientados no pasó desapercibida.
El sujeto no sabía que su persona era objeto de una discreta investigación.
Los funcionarios supieron que Juan no solo trató de ayudar a las familias de las víctimas y colaboró con el levantamiento de los cadáveres, sino que también asistió al funeral, al entierro y a las oraciones del novenario. Estuvo muy atento a la reacción de la familia y al comportamiento de la policía, aunque no se cansaba nunca de hablar de su amistad y del gran cariño que sentía por la menor asesinada.
Discretamente, los detectives lograron descubrir que desde el mismo día del doble homicidio, el comportamiento de Juan sufrió un cambio drástico. El hombre tranquilo y bondadoso de repente se volvió inquietante y agresivo, lo que aumentó con el paso de los días. Se volvió agresivo con su esposa, a quien atacó varias veces, y ya no pudo dormir tranquilo. Por la noche se despertaba inquieto, sudoroso y muy nervioso.
Y fue arrestado
Luego que la atención de la policía se centra en él y, tratando de no despertar sospechas, abordan el tema de su comportamiento y este se limita a decir que el crimen lo había impactado mucho por la amistad que tenía con la joven. Una revisión del teléfono celular de la estudiante fallecida reveló que ella había iniciado un romance con un joven de la zona y había recibido mensajes de texto de la esposa de Juan, como amiga, pero luego de una mayor investigación, se estableció que algunos de los mensajes no eran escrito por la esposa, pero si por su marido.
| Foto La Nación
Poco a poco, el círculo se cerró y se descubrió el interés del individuo por la joven, a quien en repetidas ocasiones le ofreció a entablar una relación sentimental, que siempre fue rechazada por la menor. Juan, atormentado por este amor no correspondido, se comporta de forma violenta y cuando se entera de que ella estaba saliendo con un chico de la localidad, se enfurece, hasta el punto de amenazarla.
El 26 de abril, cuando ocurrió la tragedia, la joven se encontraba sola, lo que aprovechó el vecino para acosarla con sus pretensiones románticas. Ella estaba afuera de su casa, esperando a su amigo Castillo Prieto, quien había acordado recogerla para ir a un curso de nivelación estudiantil. Cuando lo ve, comienza a gritar pidiendo ayuda, mientras Rengifo, reclamando su última relación de amor, intenta atacarla con un cuchillo. El joven rápidamente acude en su ayuda. Ambos fueron atacados con el arma blanca. Tras el brutal ataque, el sospechoso corre hacia la zona boscosa, donde algunas personas lo ven entrar pero sin lograr indentificarlo.
| Foto La Nación
El hombre corrió por la casa vecina y llegó a su residencia, desde donde luego salió a la calle, fingiendo sorpresa y tratando de ayudar a la menor, que ya había fallecido. Con un panorama más claro, los detectives, encabezados por el comisionado Uribe Guerrero, proceden a aprehenderlo, pese a que había negado cualquier implicación en los hechos.
Juan José Rengifo López (33) fue privado de su libertad. Estaba marcado por los celos y el motivo era del crimen era pasional. Cuando fue presentado ante el tribunal admitió los hechos. Los funcionarios presentaron pruebas contundentes, incluidos dos cuchillos y la ropa ensangrentada de Rengifo. También el celular de la víctima con los mensajes que le escribió el sospechoso. La captura del hombre se produce en su casa en un momento en que se preparaba para abandonar el área, presuntamente con intenciones de huir, alegando que lo que sucedió lo afectó profundamente. Las investigaciones se realizaron en coordinación con el XVI Fiscalía del Ministerio Público.
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