Indicadores caprilistas locos

Indicadores caprilistas locos



*Por Er Filósofo de La Pastora

La propaganda que transmite Globovisión del candidato de la oposición burguesa, el Sr. Capriles, así como otras declaraciones que aluden a la gestión del gobierno utilizando indicadores económicos, reproduccen, debo observarlo por encima de todo sesgo político electoral, un criterio poco científico.

Uno de los casos se refiere a la propaganda donde aparece el candidato afirmando que con lo que se gastó en importaciones se pudo haber pagado el salario mínimo de un millón de trabajadores durante tres años”.

A primera vista parecería algo racional el hecho de establecer que la cifra incurrida en Importaciones, que es un dato reflejado en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, equivalga a una cifra hipotética capaz de reflejar el pago hipotético de una masa laboral de esa envergadura.

Otra propaganda, que han repetido diversos dirigentes de Primero Justicia, se orienta a establecer que la cifra que supuestamente equivale al descuento de la exportación de crudo petrolero conforme a los convenios con el Caribe especialmente Cuba, es una magnitud que pudiera pagar la construcción de no sé cuántas escuelas u hospitales.

En ambos casos, sobre todo el primero, se trata de criterios completamente errados.

Es la típica correlación que los profesores de estadística económica advierten a sus alumnos que se trata de criterios erráticos, tales como establecer, por ejemplo, que si en Japón se producen cien mil chips de computadoras al año y en Venezuela se produce un millón de kilos de yuca, entonces podemos construir una ley o recurrencia económica consistente en la premisa de que por cada chip de computadoras de Japón se producen diez kilos de yuca en Venezuela, por lo cual si Japón incrementa un diez por ciento su producción (10.000 chips), podríamos esperar que Venezuela produzca 1.100.000 kilos de yuca.

El error de la resultante consiste en que la premisa es errática. Los chips de Japón no se producen en relación a los kilos de yuca en Venezuela, ni viceversa. Son variables que en la realidad no están relacionadas aunque matemáticamente pueda construirse ese tipo de sofismas.

El sofisma es una afirmación de verdad formal (matemática o lógica) pero sin realidad, sin fundamento real.

En el primero de los casos, el loco indicador caprilista contiene el error de considerar las Importaciones como una variable alternativa al gasto en salarios. Es un sofisma.

Las importaciones son efectivamente un gasto externo, pero que ni siquiera depende exclusivamente de las decisiones de gobierno, sino de las decisiones de los grupos importadores, frecuentemente empresas privadas. En principio, no es el gobierno que decide gastar en importaciones en vez de salarios.

Pero por otra parte, las importaciones aun siendo de gobierno, no obedecen a criterios de optimización del gasto sino de optimización del abastecimiento de rubros no producidos interiormente o producidos en condiciones de baja rentabilidad, o que en todo caso cuesta menos importarlos que producirlos.

Por otra parte, el pago de salarios no depende que se gaste menos en importaciones sino en la capacidad productiva que es promovida con la inversión de capital. Hay que saltar demasiados nodos analíticos para llegar a concluir que si se Importa menos se producirán más inversiones internas o se contratarán más trabajadores.

El segundo caso de propaganda quizá pueda suscitar más controversia, pero la realidad es única: Los descuentos petroleros son el resultado de políticas internacionales y sobre todo de convenios multilaterales establecidos desde hace tiempo, mejorados efectivamente a favor de Cuba en fecha reciente, pero que responden a los mismos criterios establecidos por Venezuela para disminuir las presiones que sobre el esquema de precios elevados del crudo puedan compartir algunos países de la periferia del Imperialismo, principal interesado en sostener precios bajos del petróleo para optimizar sus inversiones productivas.

Venezuela se planteó desde hace muchas décadas no ceder a las presiones de los principales compradores (las potencias mundiales) sobre la base de que el esquema de precios altos perjudique a los pequeños países. El precio siempre se planteó como un esquema único, aunque para aliviar las relaciones con los países pequeños (sobre todo del Caribe) se promovió hace mucho tiempo un modelo de descuento y pago diferido que aún persiste y que no es una invención del actual gobierno.

Los desahorros en las exportaciones petroleras que benefician a esos países pequeños, no inducen cifras alternativas de inversión en infraestructura educativa u hospitalaria. Pueden suprimirse los descuentos y no elevarse el gasto en infraestructura. En realidad el presupuesto público es rígido desde hace décadas debido al volumen de intereses sobre la deuda externa, y también la interna.

La deuda es una variable que este gobierno ha incrementado en forma intolerable, pero que ya se había iniciado con marquesinas en la IV República. Nuestra deuda externa es un escándalo político que viene acusando con el dedo las terribles deficiencias del sistema político, antes y ahora por igual.

Sin embargo, con rigidez incluida, las decisiones de inversión en esa infraestructura dependen menos de los recursos presupuestarios que de un mejor concebido plan de inversiones. Son muchas las voces independientes que opinan que la infraestructura está mal administrada antes que insuficientemente dotada de recursos financieros. Es decir que con el mismo dinero siempre se ha podido hacer más y mejor.

Si se incurre en ese orden de ideas, pudiéramos decir que en los últimos dos o tres gobiernos de la llamada IV República, la abstención de una política de precios cartelizados a través de la OPEP, al dejar deprimir los precios del crudo hasta $7 el barril, hizo que Venezuela entregara a los principales compradores, en condiciones casi de regalo, miles de millones de dólares que pudieron ser empleados en el sufragio de una variedad de inversiones internas en infraestructura, salarios, etc. Y tal criterio pudiera ser similarmente errático y una manipulación política.

De hecho, debe atenderse el fenómeno de las fugas netas de capital al exterior, que es una realidad absolutamente patética desde hace muchas décadas, y que no obedecen a descuentos petroleros sino a rubros tales como la repatriación de ganancias y capitales.

Hay que tratar de enseriar la política. La campaña electoral se llena de estas propagandas que al final no son sino retóricas demagógicas. No son nuevas, en realidad. El mismo candidato oficialista ha usado estas críticas en el pasado, cuando aspiraba a gobernar. Pero la sociedad debe ir desechando esos planteamientos y exigir críticas realmente fundadas y serias de la gestión de gobierno.

Er Filósofo de La Pastora


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Fuente: NoticieroDigital.com