Rosinés dedicó conmovedor mensaje en homenaje a su padre Hugo Chávez

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No me culpen de masoquista por este texto.

Extrañarle duele muchísimo. Se siente como un gran puño golpeándote en el corazón. Estrujándolo, exprimiéndolo. Empiezan los recuerdos a amontonarse en tu mente, puedes sentir todas las emociones que traen con ellos sin siquiera recordarlos por completo. Comienzan pequeños escalofríos y el sentimiento de vacío en tu corazón va creciendo. Los arrepentimientos llegan, los "que hubiese pasado si…". Los momentos no aprovechados, los problemas innecesarios, la "falta de tiempo" o el "tiempo perdido". Luego llegan las ilusiones y los sueños, los que se cumplieron y detrás, por supuesto, llegan los que no. Los olvidados, ocultos, ya imposibles de cumplir. Llega el recuerdo del último saludo y de la última despedida. El último beso, el último gesto de cariño. Se siente que fue hace una eternidad, tienes miedo de olvidar los pequeños detalles porque eso es todo lo que te queda. Se va asomando de nuevo el pensamiento de no volver a verlo nunca más. Así es que aparece disimuladamente la desesperación. Con las lágrimas se siente que el alma se va de gota en gota, también se pueden nublar tus sentidos. Te intentas aferrar a algunas fuentes de alegría, pero cada vez cuesta más. Se agota la energía, se te acaban las palabras y piensas que el peso es demasiado. El sentimiento de soledad te abruma. Comenzar a desprenderte de tus sentimientos es lo siguiente. Le extrañas y no encuentras manera de expresarlo. Pero de repente comienzan a llegar los lindos recuerdos, las historias y las bromas. Las enseñanzas, la bondad, la dulzura. El amor compartido, todo lo bonito. Y el fondo negro de tu mente comienza a llenarse de puntitos de suaves colores. Comienza a aclararse. Pero la nostalgia nunca se va, ya es parte de ti. Y sabes que poco a poco volverás a sentirte mejor. Sin embargo, no olvidas que, como todo ciclo, en algún momento puede volver a comenzar.

Pero, irónicamente, este dolor es reconfortante. Vale la pena.

Saber que se ha amado tanto a alguien como para sentir todos esos sentimientos, y saber que esa persona te amó incluso más, no puede ser más que una buena señal.
Se siente bien sentirse triste por algo tan bonito.